Reúno en este espacio textos de mi autoría que son productos de investigaciones, búsquedas bibliográficas, reflexiones, a veces serias, a veces no tanto, sobre los temas de estudio que transité: el lenguaje, la lengua, el juego de la gramática, el discurso, la enseñanza, la práctica educativa, los libros, y también la aventura maravillosa de haberme internado en el siglo XVI en la selva paraguaya a través de un estrecho ventanuco: las cartas de los soldados que vinieron a este extremo sur del continente. Muchos de estos trabajos fueron publicados en actas de congresos, unos pocos bajo el formato libro, y otros tantos tienen existencia virtual. Tal vez a algún lector le interesen, lo que constituirá para mí un momento de alegría. GLADYS LOPRETO

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domingo, 5 de marzo de 2017

A VOS: SE PUEDE Y SE DEBE

“Es urgente que todos los argentinos sean conscientes de que aquí se habla mal”, decía Mempo Giardinelli en 2004, en su discurso ante el presidente de la Real Academia Española y las distintas academias de los países hispanohablantes que se reunieron ese año para el Congreso de la lengua en Rosario (2004). Qué frasesita ¿no? Tal vez lo motivó García de la Concha, el entonces presidente de tamaña institución, o la presencia de los reyes de España. De todos modos yo diría que innecesaria, porque los argentinos eso ya lo sabemos… Es decir, es una idea frecuente, está arraigada en el imaginario colectivo y en el imaginario escolar. Lo tenemos tan incorporado que cualquier uso que nos diferencie de los países hermanos en la lengua lo consideramos incorrecto: el yeísmo, el uso de palabras como pollera o rojo, pronunciar casa igual que caza, etc. ¿Pero qué pasa cuando nos encontramos con el cansao, partío de los madrileños?
La frase de arriba sirve para embarrar más la cancha, diría yo, porque contribuye a que descendamos más en nuestra baja autoestima como pueblo y a incrementar nuestra inseguridad lingüística, por la cual –y para dar un ejemplo- todavía hoy mucha gente y maestros de escuela piensan, en una mezcla de vanidad y de vergüenza, que vos es un invento argentino, que es otra de las formas incorrectas y groseras con que empobrecemos el idioma.
Digamos también de paso que, ante preguntas del tipo “¿los argentinos hablamos bien o mal?” nuestros alumnos nos responderían con otra pregunta, relativizando las ideas de bien y mal en la lengua. Pero además la afirmación de arriba no puede menos que ser impresionista, ya que es muy difícil y trabajoso, incluso para equipos de especialistas, arribar a una valoración cuantitativa y cualitativa del uso de una lengua por los hablantes, a lo que se debe agregar que la lengua cambia constantemente, a la par de la cultura, incluso de la política.
Pero volviendo a nuestro vos, aclaremos que aunque es nuestra forma para el pronombre de segunda persona singular –cuyo sentido es señalar al interlocutor, es decir a ‘la persona que habla conmigo o con nosotros’-, no lo inventamos por estas orillas de juncos y río color de león. Vale la pena repasar su historia para aventar algunos prejuicios residuales que tenemos los argentinos, especialmente las directoras de escuela.
Como cualquier hablante lo sabe, al menos operativamente, para ese lugar del sistema pronominal 'normalmente' se usan tres formas: tú, vos, usted. Dichas formas derivan, en el mismo orden, de los pronombres latinos de 2da. persona tu (singular), vos (plural) y de la fórmula hispana de tratamiento (derivada del plural pero con sentido de singular) vuestra merced. El cambio principal que se produce al pasar al español es que el plural latino vos  pasa a designar a un único interlocutor (singular) en situaciones asimétricas, cuando el hablante se dirige a una persona de jerarquía superior –uso que todavía se conserva en situaciones especiales-, de modo que, con esa diferencia de sentido, alternaban y vos para la 2da. singular.
El nuevo valor numérico de vos (singular) se mantuvo hasta hoy aunque con diferente distribución, pero además fueron mutando las connotaciones afectivas tanto de como de vos, pasando a indicar alternativamente sentimientos de familiaridad, distancia, reverencia, ironía, desprecio, etc., proceso que se fue cumpliendo no solo a través de los años sino también en distintos espacios y grupos sociales. El resultado fue que en algunas zonas o  grupos sociales, como Castilla y otras regiones, para el trato de confianza, familiar, se cristalizó , mientras que en otras zonas y otros grupos, vg. en Andalucía, hizo lo propio el pronombre vos, sin descartar, en el uso de una y otra forma, variaciones de sentido inherentes a la práctica discursiva.
Y como suele suceder cuando existen variaciones en el uso, éstas pueden cargarse con valoraciones tanto positivas como negativas. La profesora Elida Lois, entre nosotros, ha rastreado los vericuetos bastante complicados de esas realizaciones en un estudio exhaustivo que conocí pero que lamentablemente no fue publicado.
Pues bien, a partir de este panorama ya complejo en la misma península, la imposición de la lengua en nuestro continente –llevada a cabo por distintos grupos, en distintos decenios y sobre distintas comunidades indígenas- no fue homogénea, lo cual generó diferencias: los ejércitos que conquistaron los pueblos mesoamericanos y andinos impusieron su propia variedad de español, que incluía el uso de , mientras que los que hicieron lo propio por el Río de la Plata (y también por el Pacífico Sur) trajeron consigo vos, lo que explica el fuerte arraigo del voseo que nos identifica. Por ello podemos decir con propiedad que nuestro vos no es un barbarismo como se lo pensó durante mucho tiempo, por el contrario, es un uso bien castizo (porque tiene casta, ese término hoy en desuso que se refiere a un origen legítimo: no lo inventamos, vino de España).
Ahora bien: en el dialecto de Castilla el uso predominante era y sigue siendo tú, y como la primera Gramática (1492) procedía de esa zona, y muchos señores de la RAE también, más por esa cosa de las representaciones sociales, además de la tendencia de la Academia a restaurar la forma etimológica, se constituyó en norma de prestigio a expensas de vos. También es de tener en cuenta el poder político: era la forma usada en los Virreynatos que se constituyeron en México y Perú, mientras que por acá los voseantes eran habitantes de apenas una ciudad-fuerte que bastante más tarde subió de categoría.  
Sensibles a esta diferente valoración, en algunos países voseantes suramericanos y ya en la modernidad, la escuela logró torcer la historia –según se sabe de Chile-, no así en nuestro país, donde no se pudo desterrar el uso de vos, a pesar de que durante mucho tiempo fue aquí una forma estigmatizada y perseguida, prohibida por el Consejo Escolar de la ciudad de Buenos Aires, por lo que obtuvo felicitaciones del egregio R. Menéndez Pidal en 1948.
La prohibición entre nosotros no pudo contra la realidad y el uso consagró la forma. Nuevos vientos lingüísticos soplaron y con la vigencia del estructuralismo se reconoce en niveles académicos lo que ya la comunidad de hablantes había definido por el uso: en otras palabras, se acepta la pluralidad de normas, por la cual cada comunidad lingüística, cada centro cultural, define sus propios usos. De modo que en la actualidad se considera vos una variable legítima del español, con la forma correspondiente del verbo: sabés, en el mismo Diccionario on-line de la RAE, con lo cual docentes y oradores locales (incluidos políticos) que gusten de mostrarse cultos y bien hablados quedan eximidos del esfuerzo de usar tú, vuestro, vosotros y formas genéricas y verbales en concordancia.
Aparte, la versatilidad del uso podemos verla en muchos ejemplos de distinta índole, tanto léxicos como gramaticales: el caso del padre rioplatense que vosea a su hijo pero que en determinado momento puede decirle: -usted se calla, o más marcado aún: usted se me calla; o el porteñísimo J. L. Borges (1899), que le dice de tú  “A un gato”: eres, bajo la luna, esa pantera / que nos es dado divisar de lejos, o también Alejandra Pizarnik, poeta nacida en Buenos Aires en 1936 que escribe en su poesía “El miedo”: ¿Sabes tú del miedo? Tal vez en estos dos casos sea un rasgo de internacionalidad de los autores –es sabido en el caso de Borges, acusado tantas veces de extranjerizante; lo mismo para Pizarnik, que residió gran parte de su vida en París, ya que en el español internacional es el uso corriente. Pero también aparece en autores más bien locales como Alfonsina Storni: “Tú me quieres blanca…”, incluso en los cuentos del socialista Alvaro Yunque. Podemos entenderlo en nuestro Himno Nacional, poema del necoclasicismo, con su Oíd, mortales, pero en un socialista... En fin, hay que aceptar también ahí las variaciones.
Esto es porque en épocas anteriores se consideraba que vos no era ‘poético’ ni adecuado al registro escrito, de ahí que al escribir se lo remplazaba  por el castellano o se lo evitaba usando el infinitivo o la 3ra. persona del verbo. Sin embargo, aparecía escrito en la literatura, reproduciendo el lenguaje coloquial, como también en la poesía del tango: “¡Qué falta que me hacés!”, “Vení, acercáte, no tengas miedo…”, frente a unos pocos usos tuteantes en los tangos ‘decentes’ como “La brisa”:
Mas no éramos iguales, todo nos separaba
un mundo de distancias había entre los dos:
tú eras de familia muy rica y distinguida
yo en cambio solamente era un trabajador.

La 1ra. vez que apareció vos en textos propiamente escritos fue hace apenas unas décadas, en textos de publicidad. Hoy se ha generalizado su uso también en la forma escrita, de modo que aparece sin eufemismos en los textos escolares y ya en la nueva Gramática de la RAE –aunque recién en 2015- se lo admite como norma culta del español rioplatense, incluyéndola directamente en el paradigma verbal.
Un detalle: al principio se aceptó el uso del pronombre vos, no así del verbo en su forma correspondiente, acentuado en la última sílaba: vos cantás. Como la diferencia era mínima (la tilde) los preocupados por la corrección como directoras/es y profesoras/es  transigían con el pronombre pero aconsejaban hacerse los distraídos con la marca de acento. También en la pronunciación había una transición al vos cantas, menos grosero,
El uso de vos lo encontré en el DRAE 2014, concretamente en el servicio de consulta subido a Internet, donde se incluyen -si bien bastante tarde- las formas de 2da. persona del verbo tú cantas, vos cantás (¡sí, con acento!), usted canta, y así en más, en el paradigma de la conjugación. Es bueno que las/los aspirantes a magisterio tomen nota de esto.
Al respecto me parece oportuno hacer una referencia personal: algunos de mis alumnos de secundaria de fines de los ’60 y los de magisterio de las décadas siguientes tal vez recuerden, si prestaron un poquito de atención, que ya entonces esta profe incluía en la conjugación verbal las tres variaciones de la 2da. persona con sus correspondientes verbos, como seguramente otros profesores –no muchos- también lo harían, sin que le hubiéramos pedido permiso a la RAE ni a la DGCyE. Claro que de ese modo les complicábamos el cuadro, ya de por sí complicado y fastidioso para el alumno. Pero así era la lengua real. Y si no: ¿cómo podrían los alumnos entender el concepto de ‘persona gramatical’, tan presente en la lengua, si el vos no aparecía en la gramática? Traigo este recuerdo como un ejemplo de que se puede y se debe: es el pueblo, los hablantes, los que hacemos y detectamos los cambios en el lenguaje; las academias van detrás de los cambios para registrar lo que ya está instalado en el uso de una comunidad de habla.

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