Reúno en este espacio textos de mi autoría que son productos de investigaciones, búsquedas bibliográficas, reflexiones, a veces serias, a veces no tanto, sobre los temas de estudio que transité: el lenguaje, la lengua, el juego de la gramática, el discurso, la enseñanza, la práctica educativa, los libros, y también la aventura maravillosa de haberme internado en el siglo XVI en la selva paraguaya a través de un estrecho ventanuco: las cartas de los soldados que vinieron a este extremo sur del continente. Muchos de estos trabajos fueron publicados en actas de congresos, unos pocos bajo el formato libro, y otros tantos tienen existencia virtual. Tal vez a algún lector le interesen, lo que constituirá para mí un momento de alegría. GLADYS LOPRETO

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lunes, 19 de agosto de 2019

INCLUSIÓN Y HUMOR

Pareciera que la furia del lenguaje inclusivo pasó, fue apenas una lluvia de verano (al menos de las de antes). Quedan unas nubecitas, caen unas gotas por acá o por allá pero la tormenta ya pasó y todo quedó más o menos como antes. Pero solo más o menos, por algo pasó lo que pasó, no?
Sin embargo algunas y algunos (respetemos el orden alfabético) se lo tomaron muy en serio y pasaron al correspondiente remplazo de las formas sexistas por las inclusivas (digamos que agregando a esos términos nuevos alcances) pero como siempre pudo verse algún rasgo de humor en el uso popular, que nos sorprende tantas veces: así, por ejemplo, el otro día vi detenerse  a un motoquero que llevaba la vianda a algún vecino, mostrando en su buzo y en la 'mochila' de la moto el nombre de la casa de comida: "MILANESES". Esos sutiles cruces son muy propios del habla popular y suelen quedar en la lengua, como aquella ingeniosa síntesis transgresora de 'lo fueron' que minimiza y disfraza irónicamente la dura verdad de 'lo echaron' o 'lo hicieron renunciar' (esta sutileza creativa fue de la época de Alfonsín, para los despidos masivos que vimos últimamente no sería adecuada).
Ya  antes hubo intentos igualitarios que todavía sobreviven por ahí: poner x en lugar de la vocal de género, pero resulta  engorroso imaginarse que uno pronuncia 'lkss compañerkss' ¿y que pasaría con el hábito de comerse las eses finales o de no pronunciar grupos consonánticos, decir 'esamen' por 'examen'? O sea, seríamos transgresores por un lado y correctos por el otro. Otro intento fue el de sustituir la variable o-a por el uso indistinto de @, pero algun@s (seguramente machist@s) protestaron porque la diferencia parecía inclinarse a favor de ellas.
Los que proponían x vendrían del área de las matemáticas o de la lógica, los de la @ vendrían de la informática. Entonces más tarde aparecieron propuestas que vendrían seguro del lado de la lengua (si es que de eso se trataba qué mejor que los 'cultos', los de las carreras humanísticas), quienes, sabedores de que en la gramática existe la terminación o-a para diferenciar género pero además también existe la terminación invariable -e que no diferencia género (puedo decir 'es triste' tanto si hablo de una inundación o de un terremoto, aplicar 'fue valiente' tanto a Juana Azurduy como a Miguel de Güemes, como 'alegres' a mujeres y a varones, etc.), propusieron que esta única vocal, neutra, intermedia (cualquier asociación con 'clase media' es responsabilidad del lector), remplazara a las opuestas  o-a, a menudo separadas por una grieta distinta a la que tanto se nombra.
Esta propuesta supera a las otras en que su vigencia no se limita al lenguaje escrito, donde son válidas maestrxs y maestr@s pero ¿cómo pronunciarlas? De modo que, con esto, necesariamente en la oralidad seríamos sexistas, En cambio, la -e permite escritura y pronunciación de expresiones como les maestres, les alumnes, lo que nos permite ser consecuentes tanto en un artículo de Página/12 como en una conferencia frente a un público o en un reportaje televisive (coherentemente cabe esta innovación pese a que la aplicación la vi solo para el plural y con el valor de masculinos + femeninos mezclados,  o sea: las maestras (=mujeres), los maestros (= varones), les maestres (ambos sexos). ¿Será así?
Y el singular con significación abstracta, generalizadora, que otrora iba en género masculino: los derechos del niño ¿cómo será? La solución coherente con esta propuesta sonaría raro, hasta diría algo afrancesado. ¿Será por eso que...? Tal vez no tanto pero algo parecido pasa con el plural les niñes.
Yo supongo que por todas estas razones (y no por otras) las y los que proponen el uso de -e  son quienes insisten también en decir la señora presidente y otros de la familia como intendente, alcalde, etc. Porque ¿acaso no es lo mismo que se siente en el sillón codiciado un hombre o una mujer? Unas y unos dirán que sí, otras y otros que no, y por supuesto depende de quién y de qué proyecto de país se trae, así como unos piensan que estamos en el homoceno y otros en el androceno.
Sin embargo como sabemos la forma presidenta, pese a los que no quieren aceptarla, quedó ya consagrada, y eso es porque la otra forma, la 'correcta', aunque termina en la -e neutra de alegre, inteligente, etc., es inconscientemente sentida como de género masculino. Algo parecido refleja cierto uso de los pronombres: le vi significa en casi toda España 'lo vi a él', en tanto que la vi equivale a 'la vi a ella'. O sea, le, les son sentidos masculinos.
Y con respecto al ´vulgar´(entiéndase 'popular´) presidenta: qué mejor homenaje a una mujer que ejerce la presidencia  o vicepresidencia que reconocerle el género.
Esto no es de ahora, de los lingüísticamente 'incorrectos'. Desde hace mucho la peluquera tenía sus clientas (aunque lo tildaran de 'vulgarismo') y las/os ginecólogas/os tienen sus pacientas, pero mucho, mucho antes, existían las sirvientas y nadie se quejó de que ese femenino era incorrecto, lo que se dice 'vulgar'; por el contrario, tal vez lo pensaran durante mucho tiempo como un atributo propio de ese grupo.