Reúno en este espacio textos de mi autoría que son productos de investigaciones, búsquedas bibliográficas, reflexiones, a veces serias, a veces no tanto, sobre los temas de estudio que transité: el lenguaje, la lengua, el juego de la gramática, el discurso, la enseñanza, la práctica educativa, los libros, y también la aventura maravillosa de haberme internado en el siglo XVI en la selva paraguaya a través de un estrecho ventanuco: las cartas de los soldados que vinieron a este extremo sur del continente. Muchos de estos trabajos fueron publicados en actas de congresos, unos pocos bajo el formato libro, y otros tantos tienen existencia virtual. Tal vez a algún lector le interesen, lo que constituirá para mí un momento de alegría. GLADYS LOPRETO

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lunes, 17 de agosto de 2020

La vaca estudiosa es abuela y va a la escuela

Escuché y vi por Facebook a Pablo Aristizábal en diálogo radial sobre educación con Felipe Pigna, hace un par de días, y me pareció necesario aclarar que la que es abuela es la vaca estudiosa, no la escuela.

Conocí (virtualmente) al primero en 2015, en un artículo donde hablaba de la plataforma que había creado: “Aula 365”, y al mismo tiempo de la importancia de la otra aula, la de las cuatro paredes, lugar del encuentro diario entre maestra/o y alumnas/os. P. A. decía de esta última –material, concreta, tangible, donde se da el contacto humano- que es insuperable, y también lo diría de la otra, la que él había creado, el aula extendida, virtual, vistos además como dos espacios compatibles, uno continuidad del otro. Yo lo citaba justamente porque, siendo él un especialista en la realidad virtual, ponderaba la necesidad, la condición de imprescindible del aula ‘de carne y hueso’ donde se dé la reunión y el contacto de chicos entre sí y en torno a un adulto acreditado: el o la maestra.

Así reconocía las dos partes que apuntaban a un mismo objetivo: la educación de niños y adolescentes. Ese doble camino presentaba diferencias de lenguajes y de situaciones, de sentimientos y emociones, que sin duda podían complementarse perfectamente, aunque con un rango de especificidad en lo formal, incluso de complementariedad, el mismo que nos salva en la actual situación en la que, como todos sabemos, una de las partes está suspendida y el único camino que por el momento tenemos es el virtual. Sin duda, en paralelo, la creación de las plataformas es admirable, fascinante, maravillosa, en cuanto lo que significa a la educación y al conocimiento, a los logros culturales que pueden esperarse de esos emprendimientos.

Pero el mismo autor que en 2015 afirmaba que la plataforma no remplaza al maestro, al cual consideraba entonces insustituible, ahora, en la conferencia última, habla de escuela y plataforma de modo que hace pensar que se trataría de dos creaciones opuestas. Porque mientras se ve a la plataforma como la estación espacial, entrevistador y entrevistado coinciden en que la escuela es ‘una abuela de 120 años’ (sic). Así, en femenino, y más allá de si abuela/o equivale o no a atraso, nos están diciendo que nuestra escuela es la de 1900. Con esto me hacen pensar que no conocen bien a los docentes, quienes mayormente se preocupan por estar actualizados (o al menos parecerlo).

Cuando oía estas cosas pensaba: qué poco conocen a los docentes. La prueba la dio el mismo Aristizábal, -él también un docente- cuando confesó con ingenuidad su asombro ante el hecho de que, de los que adhirieron a la plataforma, el 70% correspondía a directores de escuelas públicas, lo que implica equipos docentes y alumnos (sí, de escuelas públicas, casi siempre minusvalorizadas).

Eso de que la escuela es una abuela, con lo que se asimila una institución a los ciclos de vida de un organismo, parece una mirada más bien biologicista. La escuela es una institución en constante proceso vivido por generaciones de docentes, a la vez aprendientes, que fueron construyendo y reconstruyendo con los alumnos el hacer educativo, que saben de hace rato que los chicos no son sacos vacíos (o en nuestra variedad, bolsas vacías) y que lo más importante no es llenarlos de contenidos. Al contrario, desde hace ya varias décadas se prioriza explícitamente el aprender a aprender, el desarrollo del pensamiento autónomo y más: preguntarse, cuestionarse, vincular conocimientos, buscar explicaciones, desnaturalizar prejuicios. Sin duda, repito, la tecnología ofrece posibilidades que pintan maravillosas y que además se brindan a todos (siempre que se superen las carencias en hardware, por supuesto), pero sumado a ello yo lo felicito a Pablo porque, tal vez sin saberlo, comparte los principios de una escuela nueva -que en realidad, siempre es nueva-, pese a que no mencione que eso que dice sobre la 'biblioteca' a regalar a cada niño ya lo dice Vigotsky (fallecido por 1938) y que la educación como diálogo y como actividad creadora ya lo plantean Paulo Freire, Piaget, Ferreiro, Jesualdo, Puiggrós, y muchos otros pensadores y pedagogos de los que se nutren directa o indirectamente los docentes concretos de nuestras aulas.

Resumiendo: lo de las plataformas es fabuloso y socialmente un aporte inigualable a los objetivos últimos de la educación, que son -tal como lo explicitan los educadores y los mismos documentos curriculares- aprender a aprender, desarrollar el pensamiento crítico. Es verdad que esos objetivos no se han logrado en su totalidad, pues están y estarán siempre en un hacer constante, pero darlos como nuevos y no existentes en esta ‘vieja’ escuela es desconocer la realidad, los trabajos y, ya que estamos con historiadores, desconocer también la historia.


5 comentarios:

  1. Esto me trae algunos recuerdos. El primero es de cuando asumió Néstor Kirchner como presidente, quien en el mismo discurso de asunción, al referirse a sus proyectos en el área educativa dijo que ‘se volvería a las viejas maestras’… Sí, así lo dijo, exactamente, aunque después su primera acción de gobierno fue disponer en persona el pago de salarios atrasados a maestros entrerrianos, y de que avalara en educación a Adriana Puiggrós. Macri fue más allá: en situación parecida, afirmó que en educación se trataría de recuperar los postulados de la generación del 80 (para los que no lo saben: de 1880…). Y dicen que la escuela está atrasada…

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  2. "La escuela es una institución que nace en un momento histórico
    en clave de una época y muchas veces las claves de la época se modifican
    y modifican la escuela".

    Silvia Serra (2016)

    El acto pedagógico no es una simple yuxtaposición de intervenciones individuales, por muy afinadas que sean, sino una construcción, tanto material como simbólica, de la escuela en su principio mismo: aprender juntos gracias a la figura tutelar del profesor que, al mismo tiempo, crea algo común y acompaña a cada uno en su singularidad. Esta dialéctica entre el colectivo y el individuo, el descubrimiento de lo que une a los alumnos y lo que especifica a cada uno de ellos, es, de hecho, lo que “hace una escuela”: poco importa cuál sea mi nombre y cómo me veo, estoy ahí como estoy, con mis dificultades y mis recursos, en un grupo donde poco a poco descubrimos, gracias al maestro, que podemos compartir conocimientos y valores, donde lo que aporto a los demás es tan importante como lo que ellos me aportan, donde aprendemos, simultáneamente, a decir “yo” y a hacer “nosotros”.

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  3. (continúa)
    Porque estoy convencido de que los profesores habrán visto, en cierto modo, lo importante que es “hacer el aula” para “hacer la escuela”: instituir un espacio-tiempo colectivo y ritualizado en el que la palabra tenga un estatus particular (es una exigencia de precisión, exactitud y verdad), en el que el todo no pueda reducirse a la suma de sus partes (cada una es importante, pero el colectivo no es un conjunto de individuos yuxtapuestos), en el que el bien común no sea la suma de los intereses individuales (es lo que permite superarlos y permite a cada uno superarse a sí mismo)… No pretendo que hacer esto sea total y definitivamente imposible con la tecnología digital. Temo que las herramientas digitales que dominan hoy en día se basan en su mayor parte en una lógica individual y técnica, y que estamos luchando, sin la formación adecuada, para utilizarlas para construir verdaderos colectivos.

    Phillipe Meirieu (2020)

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    1. Y sí. Sin desconocer que lo virtual significa siempre -no solo para esta circunstancia especial que estamos viviendo sino aún en las condiciones sociales más favorables- una fuente de conocimientos importantísima, de la que aclaro soy gran entusiasta, también es de pensar que, de algún modo, la pantalla favorece una práctica de lo que llamábamos 'clase magistral', por más que se usen modos de hablar abiertos, populares, que incluso en gran medida resultan vinculados al modus operandi porteño, cuestión que en otros órdenes impone también la pantalla.

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  4. gracias a todos por sus respuestas, que es una prueba más de la toma de conciencia de muchísimos docents de ese acto tan vital que es educar

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