Nos referiremos
en el presente trabajo a un problema clave en la educación del sujeto sordo: la
adquisición y desarrollo del Lenguaje, para el cual el Bilingüismo plantea una
propuesta superadora. A diferencia del enfoque tradicional, parte de reconocer
que la Lengua
de Señas (LS) es su ‘lengua natural’ o Lengua Primera (L1), y que la lengua
mayoritaria en el registro escrito -en nuestro caso el Español Escrito- constituye
su Segunda Lengua (L2), de modo que alfabetizar equivale a enseñar Español Escrito
como L2.
Puestos en la
tarea de la formación docente de maestros de sordos, nuestro trabajo toca dos
objetivos fundamentales de la institución escolar: la inclusión y la
alfabetización, mediangte las cuales se desarrollarán en el ‘alumno’ las
capacidades de pensar, estudiar, investigar, que lo convertirán en ‘estudiante’
(Diseño Curricular 2008); apuntaremos aquí especialmente a la alfabetización,
que requiere de una cierta maduración intelectual consistente en la aptitud
para el pensamiento abstracto y, simultáneamente, de haber alcanzado cierto nivel
de lenguaje, incluida determinada
cantidad de vocabulario (Braslavsky B. 1992).
La lectura
(incluida la escritura) podría considerarse una vía adecuada para la
participación del sordo en la sociedad mayoritaria, si bien los oyentes tenemos
el intercambio oral-auditivo del diálogo como base de interacción e incluso,
desde la teoría, como base misma de desarrollo del lenguaje, de ahí la
insistencia en ‘oralizarlos’. Frente a propuestas diferentes se levantan las
tendencias ‘bien intencionadas’, altruistas, que cuestionan por el lado de la
inclusión social con el argumento de que no oralizarlos, no enseñarles a
‘escuchar’, los condena al aislamiento. No negamosPublicada el la importancia comunicativa
de la oralidad pero creemos que en esos planteos pesa el prestigio de la
palabra hablada, no ajeno a que el aprendizaje escolar se reduce muchas veces a
la verbalización –especialmente oral- del conocimiento. Al mismo tiempo se desestiman
otros usos no-orales, hoy bastante frecuentes, que permiten la interacción y
son casi sustitutivos del intercambio oral, como celular, Internet, chat,
e-mail, foros, a más de los tradicionales medios gráficos, la correspondencia
epistolar, el mismo ‘diálogo’ entre autor y lector, la gestualidad, la mímica,
la danza.